lunes, 7 de mayo de 2012

Mi confrontación con la docencia

MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA
“Era tan hombre y tan maestro, y tan poco profesor -el que profesa algo-, que su pensamiento estaba en continua y constante marcha, mejor aún, conocimiento... y es que no escribía lo ya pensado, sino que pensaba escribiendo como pensaba hablando, pensaba viviendo, que era su vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir”. (Estévez, 2003)
Llegué al magisterio por accidente. Un buen día me encontré sin trabajo y con dos hijos a quienes mantener sus estudios, en ese entonces cursaban la primaria. Fue así como empecé a buscar un nuevo lugar donde además de ejercer mi carrera, pudiera obtener ingresos que me permitieran cumplir con mis compromisos, sin embargo, a pesar de acudir a muchas dependencias de gobierno, ninguna me contrató. Desesperada y desalentada tuve una propuesta de trabajo, mi madre, ella sí profesora de educación primaria por formación, acudió a un amigo de la Normal para que me ayudara y él sin poner obstáculos en el camino, me ofreció una plaza de interina en el C.B.T. N° 2 de Tenango del Valle, donde había sido director,  con 16 horas en la materia de Taller de Lectura y Redacción.
Al principio me resistí, la docencia jamás había estado en mis metas, por eso había estudiado en la Universidad y mis objetivos distaban de las aulas, sin embargo, no tuve otra opción y acepté. De pronto me vi en un mundo desconocido, la Subdirectora me pidió entregarle mi planeación antes de que finalizara el mes de julio (inicié en el ciclo escolar 2002-2003), me entregó los formatos, en ese entonces, todavía se elaboraban a mano, y pues como pude comencé esta aventura en la que estoy a punto de finalizar mi décimo año.
Mi primer día de ese ciclo escolar fue desgastante, me nombraron maestra de ceremonias para la apertura de cursos, después a conocer a mis alumnos. He de confesar que parecía adolescente inadaptada, no sabía cómo en primer lugar enfrentar a mis alumnos y después cómo enseñarles, eso me causo conflictos existenciales y en ocasiones lloraba, no encontraba el sentido, pero siempre tuve conmigo personas que me brindaron su apoyo y de esta forma aprendí a ser maestra.
Como bien lo menciona José Esteve, mi ingreso a la docencia fue con una gran incertidumbre, ¿qué hacía en ese lugar?, ¿Cómo iba a empezar la clase?, ¿Podría resistir los comentarios de los muchachos? o saldría huyendo hasta llegar a mi casa y sentirme segura, alejada de todo aquello que tuviera el título de escuela.
No niego que ha sido difícil, aún hoy en día, hay cuestiones que se me complican, como lo mencione en el Propedéutico, los conocimientos se tienen pero la metodología para enseñarlos no, en este caso mi formación no me sirvió en absoluto, sin embargo, poco a poco he aprendido y puedo asegurar que ya disfruto estar frente a mis grupos, comparto sus alegrías y tristezas, con quienes me lo permiten, les aconsejo en sus propias problemáticas, en las convivencias que se hacen, bailo con ellos, bromeo, me enseñan sus saludos particulares, etc.es decir, trato de ser la mejor maestra para ellos.
En cuanto a la enseñanza, me doy cuenta que he avanzado considerablemente, cuestiones como la planeación ya la elaboro adecuadamente, propongo actividades que si pueda realizar, en cuanto a las rúbricas, ahí si todavía tengo deficiencias, las proceso pero no totalmente bien, busco bibliografía que me apoye y en reuniones de zona o cuando tengo la oportunidad de convivir con maestros del nivel en reuniones o cursos, me nutro de sus experiencias y algunas las aplico, creo que todo esto se ve reflejado en el quehacer diario.
Procuro en todo momento poner en práctica nuevas formas de enseñanza, apoyada claro está en la Reforma Educativa del Nivel Superior. Tanto en libros como en Internet he encontrado una infinidad de aportaciones para mi clase, las cuales aplico inmediatamente, pues de sobra sé que si no transformo cada semestre mi forma de transmitir el aprendizaje tengo la probabilidad de quedarme estancada y no progresar en mi quehacer.
Bien lo dice la lectura de Estévez, nadie nos enseña a ser maestros, pero lo importante es darnos cuentas de las carencias que tenemos y subsanarlas, he conocido compañeros, afortunadamente pocos, que se resisten al cambio, no muestran el mayor interés por incluir en sus materias las estrategias que se sugieren, ellos no van a la par de sus alumnos y seguramente no podrán alcanzar el nivel educativo requerido.
Ahora que inicio mi décimo ciclo escolar, me doy cuenta que las piezas se acomodaran para ubicarme en esta misión tan grande y puedo asegurarles compañeros que pongo mi mejor esfuerzo en ser mejor día con día, siempre quiero aprender y es por eso que hoy les comparto mi experiencia como docente.
Siempre que iniciamos una nueva actividad las expectativas que creamos en torno a ella son diversas, en ocasiones, sentimos esa “necesidad” de transformar el mundo, consideramos que podemos dejar un legado a quienes nos rodean y finalmente trascender en el tiempo aun cuando no estemos más en él. Sin embargo, la realidad supera en algunas ocasiones los sueños de ser agentes de cambio.
Primero quiero exponer los puntos negativos que he encontrado a lo largo de nueve años de docencia: en Tenango y segura estoy, es un problema recurrente en la educación pública la enseñanza se transforma en una carrera contra el tiempo, nos presentan al principio del ciclo escolar, un considerable número de proyectos para desarrollar a lo largo del mismo con los grupos, mismos que no se concretan por falta de tiempo para ellos, tengo compañeros que dicen “tenemos fiebre de proyectitis”, un ejemplo claro: el año anterior se puso en marcha el programa de Activación Física, al inicio se explicó cómo operaría, parecía ser un buen proyecto, pero no, y ¿por qué?, pues simple y llanamente porque no se consideraron las características particulares de cada escuela, en lugar de destinar media hora, por lo menos dos días a la semana, en horario escalonado como muchas veces se solicitó,  se destinaron diez minutos en cada clase dentro del salón (con grupos de 60 alumnos, donde no hay ni pasillos porque las filas están demasiado juntas para que alcancen), a las siete se iniciaba con la rutina de calentamiento, de tal forma que al profesor que trabajaba las últimas horas, tenía que empezar otra vez con esta rutina pues los muchachos ya no estaban listos, resultado, el programa fracasó y no cumplió los objetivos planteados, una mala planeación se reflejó. Y así podría seguir enumerando casos fallidos que por abarcar temáticas diferentes no se alcanzan resultados realmente representativos.
Ahora vamos a las suspensiones, incluyendo oficiales, períodos vacacionales, “puentes”, reuniones del centro de trabajo, a nivel zona, convivios para los alumnos (15 de septiembre, día del estudiante, etc.) el calendario semestral se reduce y entonces llega un momento en que se debe elegir los temas básicos del programa y sobre esos tratar de enseñarlos en tiempo record, haciendo a un lado una planeación elaborada al principio del semestre y pues nunca es posible terminar los programas de materia satisfactoriamente, por lo tanto, los alumnos se van con conocimientos a medias y el docente, se queda con una sensación de fracaso, por no trabajar como se había planeado y de los resultados mejor ni hablar.
Una vez que leí tanto el texto como los comentarios de mis compañeros me doy cuenta que no debo quejarme, aunque así lo anote en los párrafos anteriores, pues creo que entre cuestiones administrativas, atención a proyectos y suspensiones, el tiempo se va y lo realmente importante: los alumnos no son atendidos como debiera ser y estoy convencida que una parte del rezago educativo que enfrenta el país, es el resultado de involucrarnos a los maestros en actividades ajenas al objetivo real de la educación.
Ahora estoy convencida que debe ser uno maestro de humanidad, enseñar a los alumnos tanto conocimientos como valores (esenciales en la actualidad), transformar significa trascender a través de los alumnos, que ellos recuerden en el futuro a los profesores que influyeron para hacer de ellos no solamente excelentes profesionistas sino también grandes seres humanos comprometidos con su entorno.
Los puntos positivos que he visto en mi recorrido son también diversos, comparo mis primeros años en la docencia y la actualidad y realmente han cambiado notablemente, un primer paso han sido los diferentes cursos de actualización que se imparten en el ciclo escolar (dos por año), los cuales abordan varias  temáticas  que sirven de apoyo en el quehacer diario.
Se han impartido talleres de cómo elaborar la planeación docente, el encuadre, rúbricas de evaluación, manejo de las TIC¨s, en mi caso he hecho cursos para la metodología de revisión de trabajos de titulación, un diplomado en Competencias Lectoras por el ITESM, en fin, he notado que los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo de estos nueve años han transformado mi desempeño ante el grupo, no dudo que aún me falta mucho por aprender y por eso constantemente estoy buscando la forma mejor de trabajar con mis alumnos.
Actualmente, cursando el último módulo de la especialidad y viendo cómo ha transcurrido el tiempo desde julio de 2011 en que por primera vez redacté estas ideas, puedo asegurar que a lo largo de estos meses mis conocimientos se han enriquecido considerablemente.
Definitivamente el módulo dos fue, en lo personal, muy importante, por fin, después del cúmulo de información que en la escuela se nos había entregado comprendí perfectamente cómo planear y cómo evaluar sin que ninguno de estos aspectos estuvieran aislados, la subdirectora de un CBT de la zona en la que laboro nos mencionaba alguna vez: “todo tiene que cuadrar” y efectivamente así tiene que ser, debe haber coherencia entre los aspectos abordados con el propósito de que los alumnos realmente adquieran competencias.
Por otra parte, revisando la información de la WebQuest, acerca de cómo distribuir el trabajo entre los alumnos para alcanzar un objetivo, hice una modificación al trabajo final de evaluación y lo replantee siguiendo los pasos de las lecturas que revisamos, es un primer acercamiento, de momento no voy a publicarla, pues quiero ver cómo  se desarrolla dentro del aula.
En cuanto a la convivencia diaria con los jóvenes es una experiencia que ningún libro ofrece, de cada uno de ellos he aprendido bastante, cuando se acercan a saludarme después de concluir su primer año, siento una enorme satisfacción, hay quienes han dejado en mi recuerdos agradables y otros lo contrario, sin embargo, todos me han ayudado en este camino que como dije al principio llegue por azares del destino y que hoy puedo asegurar, estoy contenta y cómoda con mi trabajo, deseando ser algún día de las mejores maestras de Bachillerato Tecnológico.
Realmente creo que a partir de cursar la especialidad, leer textos que nos cuestionan si realmente vamos por el camino correcto, conocer la experiencia de colegas que aun estando en subsistemas diferentes podemos compartir el factor que nos acerca y asemeja: ser maestros para los jóvenes que siguen descubriendo y maravillándose con el mundo que les rodea, continuar todos en ese ensayo error, con la convicción de que el cambio lo haremos siempre y cuando tengamos esa identidad profesional de la que habla Estévez y amemos el trabajo que por cualquier razón ahora ejercemos.